viernes, 7 de junio de 2019

Jojutla en la Revolución del Sur.


Para las primeras décadas del siglo XX, Jojutla era ya la ciudad más importante del Sur del Estado de Morelos. Herencia de una historia de desarrollo y compromiso de sus habitantes y ligada, principalmente, al auge que el cultivo del arroz y la vocación comerciante del lugar habían tenido durante el siglo anterior.

Sin embargo, las diferencias sociales entre ricos y pobres eran por demás marcadas. Aquellos que lo tenían todo se enfrentaban directamente con aquellos que tenían muy poco, o a veces nada, y que en las más ocasiones trabajaban para ellos. Muy a pesar de que aquellos posicionados en la clase alta realizaron obras benéficas en la población y de que algunos de ellos aún son recordados como benefactores, el resentimiento social fue lo suficientemente importante, como ya en otras épocas lo había sido, como para motivar uno de los primeros ataques armados de los rebeldes revolucionarios que, de hecho, aún no eran zapatistas.


En marzo de 1911, Jojutla fue tomada por las fuerzas al mando de Gabriel Tepepa, causando abusos y destrozos. Dicha situación provocó molestia en quien hasta entonces había sido la principal cabeza del movimiento revolucionario en Morelos: Pablo Torres Burgos. El cruento ataque confirmó lo que muchas personas temían: el regreso de una suerte de “guerra de castas”, que ya había dejado ver sus funestos efectos durante la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma, por lo que los principales ricos y españoles de la región decidieron huir dejando abandonadas sus propiedades, pues el movimiento parecía tener la intención directa de atacar a quienes abusando de su poder se colocaron en posiciones de privilegio, y no al sistema político como tal. Torres Burgos decidió abandonar el movimiento siendo capturado y asesinado en su huida, tras lo cual fue elegido Emiliano Zapata como nuevo líder de la lucha.

Años después, en abril de 1916, en Jojutla se publicó el “Programa de Reformas político-sociales de la Revolución” de la Soberna Convención Revolucionaria, mismo que fue un proyecto legislativo paralelo y antagónico, aunque no del todo contrario, al constitucionalista liderado por Venustiano Carranza. El “programa” fue ejemplo de inclusión y reconocimiento de derechos agrarios, de la niñez, de mujeres y de obreros, entre otros; se le considera como una de las mayores materializaciones de los idearios revolucionarios, que logró tener vigencia dentro de las regiones que los convencionistas tenían bajo su control. Sin embargo, el movimiento constitucionalista logró erigirse por encima del convencionista, dando como resultado la Constitución Política de 1917.

Jojutla también tuvo un papel muy importante dentro de la construcción de lo que podemos llamar “cosmovisión revolucionaria”; o sea, la forma en que vemos y entendemos el mundo de la Revolución Mexicana, en especifico con la figura cuasi sacralizada del héroe Emiliano Zapata. Octavio Paz Solórzano, abogado y persona cercana a Zapata, fue el primero en escribir una biografía del “caudillo del Sur”, además de otros textos. En 1911 escribió una crónica titulada “Los perros en Jojutla” que narra la llegada de Emiliano Zapata a la población desde la estación del Ferrocarril Interoceánico, la manera en que es aclamado por los pobladores y, sobre todo, la forma piadosa con que trata a los soldados de las fuerzas federales y a algunos oficiales.

Quizás la historia más famosa sobre Zapata contada por Paz Solórzano sea aquella anécdota del balazo en el sombrero. Paz Solórzano, contó que un día al estar las fuerzas revolucionarias en la explanada contigua al palacio municipal en Jojutla, una persona disparó un balazo sobre zapata logrando sólo perforar el sombrero del caudillo, tras lo cual él subió intempestivamente por las escaleras externas del palacio hacia la planta alta buscando, sin éxito, a aquel que había querido asesinarlo. Cabe mencionar, que ha sido materia de debate y polémica la veracidad de los detalles de la anécdota, pues se ha puesto en duda la posibilidad de que aquel caballo regalado a Zapata por Prisciliano Espíritu, cura de Axochiapan, haya podido subir las escales de un solo golpe, como dice el documento. Lo cierto, es que la anécdota ha quedado dentro de la memoria colectiva de la sociedad jojutlense.

La plaza principal de Jojutla, que otrora fuera la plaza del comercio, lleva por nombre oficial “Plaza de la Soberana Convención Revolucionaria”, en este lugar que fuera ocupado por los hombres de Gabriel Tepepa en marzo de 1911 y donde éste fue fusilado en noviembre del mismo año, se pueden observar el edificio apuntalado del palacio municipal y una estatua ecuestre del caudillo con el simbólico balazo en el sombrero. En conclusión: nuestra historia sigue viva.

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