viernes, 7 de junio de 2019

Jojutla en la Revolución del Sur.


Para las primeras décadas del siglo XX, Jojutla era ya la ciudad más importante del Sur del Estado de Morelos. Herencia de una historia de desarrollo y compromiso de sus habitantes y ligada, principalmente, al auge que el cultivo del arroz y la vocación comerciante del lugar habían tenido durante el siglo anterior.

Sin embargo, las diferencias sociales entre ricos y pobres eran por demás marcadas. Aquellos que lo tenían todo se enfrentaban directamente con aquellos que tenían muy poco, o a veces nada, y que en las más ocasiones trabajaban para ellos. Muy a pesar de que aquellos posicionados en la clase alta realizaron obras benéficas en la población y de que algunos de ellos aún son recordados como benefactores, el resentimiento social fue lo suficientemente importante, como ya en otras épocas lo había sido, como para motivar uno de los primeros ataques armados de los rebeldes revolucionarios que, de hecho, aún no eran zapatistas.


En marzo de 1911, Jojutla fue tomada por las fuerzas al mando de Gabriel Tepepa, causando abusos y destrozos. Dicha situación provocó molestia en quien hasta entonces había sido la principal cabeza del movimiento revolucionario en Morelos: Pablo Torres Burgos. El cruento ataque confirmó lo que muchas personas temían: el regreso de una suerte de “guerra de castas”, que ya había dejado ver sus funestos efectos durante la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma, por lo que los principales ricos y españoles de la región decidieron huir dejando abandonadas sus propiedades, pues el movimiento parecía tener la intención directa de atacar a quienes abusando de su poder se colocaron en posiciones de privilegio, y no al sistema político como tal. Torres Burgos decidió abandonar el movimiento siendo capturado y asesinado en su huida, tras lo cual fue elegido Emiliano Zapata como nuevo líder de la lucha.

Años después, en abril de 1916, en Jojutla se publicó el “Programa de Reformas político-sociales de la Revolución” de la Soberna Convención Revolucionaria, mismo que fue un proyecto legislativo paralelo y antagónico, aunque no del todo contrario, al constitucionalista liderado por Venustiano Carranza. El “programa” fue ejemplo de inclusión y reconocimiento de derechos agrarios, de la niñez, de mujeres y de obreros, entre otros; se le considera como una de las mayores materializaciones de los idearios revolucionarios, que logró tener vigencia dentro de las regiones que los convencionistas tenían bajo su control. Sin embargo, el movimiento constitucionalista logró erigirse por encima del convencionista, dando como resultado la Constitución Política de 1917.

Jojutla también tuvo un papel muy importante dentro de la construcción de lo que podemos llamar “cosmovisión revolucionaria”; o sea, la forma en que vemos y entendemos el mundo de la Revolución Mexicana, en especifico con la figura cuasi sacralizada del héroe Emiliano Zapata. Octavio Paz Solórzano, abogado y persona cercana a Zapata, fue el primero en escribir una biografía del “caudillo del Sur”, además de otros textos. En 1911 escribió una crónica titulada “Los perros en Jojutla” que narra la llegada de Emiliano Zapata a la población desde la estación del Ferrocarril Interoceánico, la manera en que es aclamado por los pobladores y, sobre todo, la forma piadosa con que trata a los soldados de las fuerzas federales y a algunos oficiales.

Quizás la historia más famosa sobre Zapata contada por Paz Solórzano sea aquella anécdota del balazo en el sombrero. Paz Solórzano, contó que un día al estar las fuerzas revolucionarias en la explanada contigua al palacio municipal en Jojutla, una persona disparó un balazo sobre zapata logrando sólo perforar el sombrero del caudillo, tras lo cual él subió intempestivamente por las escaleras externas del palacio hacia la planta alta buscando, sin éxito, a aquel que había querido asesinarlo. Cabe mencionar, que ha sido materia de debate y polémica la veracidad de los detalles de la anécdota, pues se ha puesto en duda la posibilidad de que aquel caballo regalado a Zapata por Prisciliano Espíritu, cura de Axochiapan, haya podido subir las escales de un solo golpe, como dice el documento. Lo cierto, es que la anécdota ha quedado dentro de la memoria colectiva de la sociedad jojutlense.

La plaza principal de Jojutla, que otrora fuera la plaza del comercio, lleva por nombre oficial “Plaza de la Soberana Convención Revolucionaria”, en este lugar que fuera ocupado por los hombres de Gabriel Tepepa en marzo de 1911 y donde éste fue fusilado en noviembre del mismo año, se pueden observar el edificio apuntalado del palacio municipal y una estatua ecuestre del caudillo con el simbólico balazo en el sombrero. En conclusión: nuestra historia sigue viva.

sábado, 16 de marzo de 2019

Juan Antonio Tlaxcoapan a través de la Constitución de Cádiz.

Por Azael Abdí Vázquez Román.

Juan Antonio Tlaxcoapan, héroe y mártir por la independencia de México, fue un indígena natural jojutlense que fungió como

Regidor del pueblo de Jojutla ante el Ayuntamiento de Tlaquiltenango en 1813.

Su célebre memoria se debe a que fue partidario del movimiento insurgente y a que, además, recibió en su casa a Vicente Guerrero y a Nicolás Bravo, con quienes platicó en fechas previas a la celebración del Congreso de Anáhuac. Murió fusilado por su filiación ideológica a finales de 1813 en el atrio de la parroquia de Santo Domingo en Tlaquiltenango.

Los datos sobre Tlaxcoapan son muy escasos, por lo que es propuesta del presente texto recuperar datos de lo que pudo ser la vida del héroe y mártir jojutlense a través de la Constitución Política de la Monarquía Española, promulgada en la isla de Cádiz en 1812; por ser éste el cuerpo normativo que regía al territorio bajo dominio español durante los hechos de don Juan Antonio.

Comencemos por decir que Juan Antonio Tlaxcoapan era español, sí, español, y es que la Constitución de Cádiz consideraba a todo aquel libre nacido y avecindado en los dominios de las Españas como españoles (art. 5), no obstante seguía habiendo una marcada distinción racial. Como español, estaba obligado a prestar fidelidad a las leyes españolas y a las autoridades establecidas por las mismas (art. 7); también estaba obligado a tomar las armas en defensa de la patria cuando así lo fijaran las leyes (art. 9), preceptos que violentó al unirse al movimiento insurgente.

Tenía, además, la calidad de ciudadano español (art. 18), lo que le permitió obtener el cargo de regidor por Jojutla ante el Ayuntamiento de Tlaquiltenango, pues sólo los ciudadanos podían obtener empleos municipales (art. 23); sin embargo, la misma calidad de ciudadano la perdió al momento de ser procesado por haberse reunido con Guerrero y Bravo (art. 24).

Con la Constitución de Cádiz se dio fin a los cargos y empleos municipales a perpetuidad, por lo que Tlaxcoapan fue, quizás, de los primeros miembros del Ayuntamiento elegido por votación popular (art. 312). Debió tener por lo menos veinticinco años (art. 317) y contar con un empleo, oficio o modo de vivir conocido que le permitiera poder ser considerado con la calidad de ciudadano (art. 25, fr. IV).

En razón de lo anterior, don Juan Antonio Tlaxcoapan debió ser un personaje de importancia dentro de la sociedad jojutlense en la segunda década del siglo XIX, por lo que su proceso y fusilamiento debieron ser medio de intimidación para evitar que más personas se adhirieran al movimiento insurgente.

*Texto disponible en la revista impresa
"18 de julio", número 1, febrero 2019.
Del H. Ayuntamiento de Jojutla de Juárez.

jueves, 27 de diciembre de 2018

NAVIDAD DE 1938; CREACIÓN DEL MUNICIPIO DE ZACATEPEC





El 25 de diciembre de 1938, durante el gobierno del Coronel Elpidio Perdomo, fue publicado el decreto No. 000017en el Periódico Oficial del Estado, expedido por la XXVII Legislatura del Estado de Morelos, mediante el cual se creó el municipio libre de Zacatepec. Cuyo territorio se conformó por las Ayudantías de Zacatepec, Tetelpa y Galeana, en el acto, segregadas del municipio de Tlaquiltenango.

Dicho decretó cobró vigencia a partir el 28 de diciembre del mismo año, siendo miembros del primer Consejo Municipal los señores José Alarcón, Francisco Álvarez e Isaac Valle, como Regidores propietarios; y Melquiades González, Zeferino Zavala y Teodomiro Neris, como Regidores suplentes.

Dieciocho años antes, mediante los decretos No.000011 y 000016, expedidos por el Gobernador Provisional, Dr. José G. Parres, el 30 de noviembre de 1920 fueron elevadas las categorías de las poblaciones de Zacatepec y Galeana para agilizar la repartición de terrenos de cultivo.

El Real de Zacatepec fue elevado a la categoría de Pueblo (decreto 000011), mientras que el poblado de San Nicolás fue elevado a la categoría de Congregación (decreto 000016), teniendo efecto también el cambio de nombre, pues a partir de ese momento se le nombró Galeana.

En estas fechas, Zacatepec cumple 80 años de haber sido creado como municipio. Cabe destacar que meses antes de la creación del nuevo municipio, se inauguró el ingenio azucarero Emiliano Zapata, en instalaciones que habían sido de la antigua hacienda de Santiago Zacatepec.

viernes, 22 de junio de 2018

Los Tlahuicas

Glifo asociado a los tlahuicas, Códice Boturini.
Los tlahuicas o tlalhuicas fueron una de las siete (o nueve) tribus nahuas que, según la historiografía mexica, salieron del mítico Aztlán  o Chicomoztoc en busca de un lugar para establecer asiento, encontrándolo en las inmediaciones del lago de Texcoco, así como hacia el Norte, Sur y dentro del mismo.


El Códice Boturini o Tira de la Peregrinación (siglo XVI), menciona que fueron nueve las tribus emigrantes: Matlatzincas, Tepanecas, Tlalhuicas, Malinalcas, Colhuas, Xochimilcas, Chalcas, Huexotzincas y Mexicas.

El Códice Ramírez y Fray Diego Durán, coinciden en que fueron siete los grupos nahuas emigrantes: xochimilcas, chalcas, tepanecas, colhuas, tlalhuicas, tlaxcaltecas y aztecas o mexicas. En el orden antes descrito se fueron asentando en las inmediaciones del lago de Texcoco, sin embargo, tlalhuicas, tlaxcaltecas y mexicas no encontraron lugar alrededor del lago, por esta razón, los tlaxcaltecas siguieron su camino hacia el Norte, los tlahuicas hacia el Sur y los mexicas se asentaron en un islote dentro del lago.

Los Tlahuicas se asentaron en las zonas bajas de la sierra del Ajusco y establecieron su principal señorío en Cuauhnáhuac, hoy Cuernavaca. El territorio del actual Estado de Morelos estuvo ocupado por Xochimilcas y Tlahuicas durante el posclásico tardío, en la época inmediata anterior a la llegada de los expedicionarios europeos.

Diego Durán, cronista español y fraile dominico, habitó en el convento de Santo Domingo Oaxtepec durante la segunda mitad del Siglo XVI. Escribió hacia 1580 su Historia de las indias de Nueva España y Islas de tierra firme, allí describe la extensión territorial que tuvieron xochimilcas y tlahuicas según los pueblos en lo que establecieron sus principales señoríos.

Portada del libro de fray Diego Durán.
Sobre los pueblos que ocuparon los tlahuicas, Durán escribió “…asentaron en lugar que ahora poseen, tomando por principal asiento y cabeza de su provincia a Cuauhnáhuac (Cuernavaca), de donde salieron los Señores de aquella congregación a hacer sus moradas y asientos como los demás, unos a Yahutepec (Yautepec), otros a Oaxtepec, a Acapichtlan (Yecapixtla), a Tlaquiltenanco (Tlaquiltenango) con todos los demás pueblos, villas y estancias que llamamos Masquesado”

Duran describe a los tlahuicas como gente “muy tosca” y de “muy basto frasis”, o sea, de carácter y/o facciones físicas duras y lenguaje tosco. Además, sobre el territorio que ocuparon, Durán refiere “… tierra por cierto la más bella  y deleitosa que hay en medio mundo, que si no fuera por el mucho calor que en ella hace, sería otro paraíso terrenal, por haber en ella muchísimas fuentes, caudalosos ríos llenos de mucho pescado, arboledas fresquísimas, frutales de muchas diferencias, así de la tierra como de España, de donde se proveen todas las ciudades comarcanas; llena de mil diferencias de flores odoríferas, unas mejores que otras. Riquísima de algodón, donde acude el trato de toda la tierra a él.”

Los tlahuicas hoy en día.

La denominación de tlahuica tiene una importante carga cultural dentro del Estado de Morelos, pues forma parte de un sentido amplio de identidad muy importante para los habitantes del Estado,  esto a pesar de que existen muy pocos pueblos con tradiciones indígenas.

El municipio de Tlaquiltenango se ha adueñado, de forma consuetudinaria, del gentilicio “tlahuica”, es decir, que por costumbre así se les denomina a los habitantes de este municipio para diferenciarlos de sus vecinos. Las posibles razones son varias, aunque las más aceptadas son que se debió a la gran influencia que tuvo el equipo de futbol “Tlahuicas” que jugó en el atrio de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán para la tercera división a mediados del siglo XX, como lo sugieren cronistas locales como Agur Arredondo o Guillermo Mañón. También pudo deberse a la similitud entre las palabras Tlahuica y Tlaquitenango, y la dificultad para pronunciar “tlaquiltenanguense”.

Pese a lo anterior, el único pueblo tlahuica que existe, reconocido por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), es San Juan Atzingo, municipio de Ocuilan, Estado de México. Se trata de una población de ocupación originalmente otomí que fue desplazada por nahuas durante el posclásico tardío.

Los tlahuicas de San Juan Atzingo poseen una lengua materna emparentada con el otopame más que con el náhuatl, y de hecho reconocen muy pocos aspectos de la cultura nahua. Se puede tratar, por tanto, de un reconocimiento histórico más que étnico del término tlahuica.

¿Qué significa?

Tribus peregrinas o emigrantes,
Códice Boturini.
Los posibles significados son varios, pero en principio de cuentas es necesario descartar la asociación que se ha hecho de la palabra “tlahuica” con la voz pjiekak’joo, pues se han referido como sinónimos. Ambas refieren a formas en las que los pobladores de San Juan Atzingo se reconocen como miembros de su comunidad, pero son parte de leguajes diferentes, por lo que sus interpretaciones al castellano también deben ser distintas.

“Pjiekak´joo”, según traducen los ancianos del pueblo, significa “lo que yo soy” o “lo que yo hablo”; mientras que “tlahuica” es un gentilicio en náhuatl cuyo glifo asociado es el que aparece en el tercer lugar en orden descendente en la segunda hoja del Códice Boturini; sin embargo ni su lectura ni su traducción aún son claros, pues la descripción hecha por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), menciona que:

“El glifo consta de un arco, tlahuitolli, y de una vara, tlacochtli o mitl. Puede remitir a pueblos distintos según la modalidad de lectura adoptada. 1) Si consideramos el glifo como un ideograma, su lectura sería “chichimecas”, ya que el arco y la vara o flecha eran los atributos emblemáticos de estos pueblos. 2) Si consideramos que el arco tlahuitolli, vale por su sonido y no por su sentido, la lectura será tlahuica (tlahui-tolli), dejando a un lado las dos últimas sílabas de la palabra. 3) Si estimamos únicamente la vara, tlacochtli, la lectura podría ser Tlacochcálcatl. Este barrio es mencionado en distintos textos alfabéticos.”

Otro significado asociado es “los de la tierra”, el cual tiene sentido si consideramos a “tlalhuicas” como la palabra original, pues el prefijo “tlal” sería una contracción de “tlalli” que es “tierra” en náhuatl, sin embargo, no existe relación entre este significado con el glifo asociado.


Referencias: 

Durán, Diego. Historia de las Indias de Nueva España y Islas de tierra firme. Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante. México. 1867.

Álvarez Fabela, Reyes Luciano. Tlahuicas. CDI. México. 2006.

Hernández Chávez, Alicia. Breve Historia de Morelos. Fondo de Cultura Económica. México. 2002.

von Wobser, Gisela (coord.). Historia de México. Fondo de Cultura Económica. México. 2010.

López González, Valentín. Estado de Morelos, Breve Historia. IEDM. México. 2002.

Códice Boturini. Instituto Nacional de Antropología e Historia. URL: www.codiceboturini.inah.gob.mx/approaches_text.php?textID=7   Consultado el 20 de junio de 2018. 


jueves, 29 de marzo de 2018

Creación del Municipio de Jojutla

Transcripción del Decreto de creación del Municipio de Jojutla,
encontrado en las Apuntaciones Históricas de Xoxutla a Tlaquiltenango
de Agapito Minos, 1923.
El 29 de marzo de 1847, por decreto, Jojutla se erigió como municipio del Estado de México, separándose buena parte de su territorio del municipio de Tlaquiltenango. Se integró por las poblaciones de Jojutla, Panchimalco, Tlatenchi, Ranchería de Chisco, Tehuiztla y Tequesquitengo.

El decreto surtió efecto a partir del 1° de enero de 1848, fecha que además coincidió con la celebración de la primera "Gran Feria de Año Nuevo", festividad que originalmente estuvo dedicada a conmemorar la aparición "milagrosa" del Señor de Tula los días 14 de septiembre desde 1724.

Jojutla, como pueblo indígena y después como conglomerado de barrios, estuvo sujeto a la jurisdicción civil y eclesiástica del pueblo de Tlaquiltenango desde el siglo XVI; primero bajo la doctrina religiosa a cargo de frailes franciscanos y posteriormente de frailes dominicos. En cuestión territorial perteneció al Marquesado del Valle otorgado de forma nobiliaria a Hernán Cortés den 1529, y después formó parte de la Alcaldía Mayor de Cuernavaca.

Desde el periodo virreinal, Jojutla se caracterizó por su hospitalidad hacia pueblos emigrantes de otras regiones, así pues, Jojutla se conformó por el pueblo principal y tres barrios, los cuales, tuvieron la posibilidad de conservar su topónimo (nombre de lugar), construir una capilla y celebrar su fiesta patronal, además de tener relativa autonomía sobre los terrenos a su disposición.

Los principales centros de población de Jojutla fueron: San Miguel Arcángel Xoxutla, San Juan Bautista Theocalcongo, Tetecalita del Apóstol Santiago el Mayor y Nexpa de los Tres Santos Reyes.

La relación de Jojutla y sus tres barrios, en términos generales, fue amistosa y colaborativa, lo que permitió que al paso del tiempo se fortalecieran como una región comercial y agrícola importante.

La importancia que obtuvo Jojutla fue notable, tal como se expresa en el "Theatro Americano" escrito por Antonio de Villaseñor en 1746, donde a pesar de que se reconoce que en Tlaquiltenango se encontraba el convento (o sea, era el Centro Político), es en Jojutla en donde se hace una especificación más clara y amplia del lugar.

La introducción del cultivo del arroz hacia 1838, también motivó la emancipación de Jojutla del municipio de Tlaquiltenango, ya que dotó de fortaleza económica y orgánica a la población jojutlense. A partir de ese, comenzó a fortalecerse la presencia de Jojutla en la región Sur de Morelos de manera formal.

El 15 de mayo de 1873, Jojutla consiguió el título de Ciudad, además de que a partir de ese momento se le conoce a la cabecera municipal como Jojutla de Juárez. El 25 de septiembre de 1884, se erigió el Distrito Político de Júarez; integrado por lo municipios de Jojutla, Tlaquiltenango y Tlaltizapán.

viernes, 6 de octubre de 2017

Los sismos con epicentro en Morelos en los últimos 27 años.

Por Azael Abdí Vázquez Román.

De 1990 a la fecha han sido registrados 68 eventos sísmicos con epicentro referenciado en el Estado de Morelos, de los cuales, los últimos 21 ocurrieron  en abril, septiembre y octubre de este año. Lo extraño en esta situación es que no se habían registrado más de 4 sismos por año, además de que han habido años como 1991, 1992, 1993, 1994, 1996, 2001, 2006, 2012 y 2014, en los que no se registró referencia de sismo en la entidad.

En estos últimos 26 años y 9 meses, el promedio de Magnitud de los sismos registrados con epicentro referenciado en Morelos es de 3.5, por lo que el promedio trata de una magnitud baja que en la mayoría de las veces es imperceptible para las personas. Solamente el sismo del pasado 19 de septiembre ha rebasado la Magnitud 4.0, siendo de M 7.1.

Es debido decir que a partir de M  7.0 los sismos se miden en escala de Magnitud de Momento (ya no grados Richter) por lo que son considerados como de muy alta intensidad y peligro.

La moda, es decir, las Magnitudes que más se han repetido en el registro son M 3.3 y M 3.7, ambas con 11 eventos. 



La tabla anterior se realizó con datos proporcionados por los catálogos del Servicio Sismológico Nacional y es con base a sismos cuya referencia de localización se encuentra en el Estado de Morelos, no obstante, las coordenadas del epicentro (latitud y longitud) pueden llevar a sitios ubicados en la frontera de Morelos con Guerrero o Puebla, en ocasiones, dentro del territorio de dichos Estados.

A pesar de que existe una alta generación de sismos en la zona, la baja intensidad de los mismos han hecho prácticamente imperceptible su presencia y no han dejado estragos. Sin embargo, debemos estar atentos y siempre alertas porque en cualquier momento puede ocurrir un sismo de Magnitud considerable que pueda causar daños de moderados a severos, como lo fue el del pasado 19 de septiembre de 2017.

Por desgracia, en la mayoría de los casos no hubo la prevención necesaria para afrontar el sismo del 19-S, antes, durante y después del siniestro, quizás porue que no hubo la observancia suficiente de la actividad sísmica en el Estado de Morelos, situación que debemos cambiar a partir de tan desagradable experiencia.

Además, también debemos prestar atención porque en general la República Mexicana es una zona de alta sismicidad en donde la interacción de las cinco placas tectónicas en las que entra en contexto nos deja en riesgo de sismos que nos pueden causar graves daños, aún y cuando se generen en otros Estados de la República. A través de estadísticas, la Magnitud máxima esperada es de 8.6 en las costas de Michoacán. 

¿Es posible que se genere un sismo de la misma Magnitud o incluso con una Magnitud mayor?

Sí, es posible que se genere un sismo de Magnitud similar al del pasado 19 de septiembre por el simple hecho de que ya se generó uno de M 7.1, lo cual quiere decir que la zona de subducción en la que nos encontramos cuenta con las características necesarias para que se dé dicho sismo, sin embrago, no se puede asegurar que se pueda llegar a generar un sismo de Magnitud mayor dado que no se tiene un registro amplio de los sismos en la región, por lo que no se conoce si en algún otro momento se haya dado un sismo de Magnitud mayor a 7.1. Tampoco se sabe en qué momento pueda suceder ni el sitio exacto del hipocentro y epicentro de siguiente sismo.

¿Cuál es la relación que guarda la escala de Magnitud con la intensidad real de sismo?

Aunque de manera aparente pueda existir poca diferencia entre un sismo de M 3.0 y otro de M 7.0 (dado que se trata de una escala que mide de M 1.0 a M 10.0), lo cierto es que la diferencia de intensidad entre un punto y otro de la escala (M 3.0 y M 4.0, por ejemplo), se calcula multiplicando la intensidad del punto menor por la raíz cuadrada de mil, que es aproximadamente 32, es decir, que un sismo de M 4.0 es aproximadamente 32 veces más intenso que uno de M 3.0, por lo que uno de M 5.0 es 1000 veces más intenso que uno de M 3.0, y así sucesivamente.

Dentro del contexto anterior, por ejemplo, el 12 de abril de 2003 se registró un sismo de M 3.1 a 13 kilómetros al Noreste de Tepoztlán, si comparamos este sismo con el de M 7.1 del 19 de septiembre de 2017 encontramos una diferencia de 4 unidades en la escala de Magnitud, por lo que haciendo la multiplicación correspondiente encontramos que el sismo M 7.1 fue 1,000,000 (un millón) de veces más fuerte que aquel de M 3.1.

¿Por qué un mismo sismo puede ser sentido de diferente manera?

Diversas personas pueden sentir de forma diferente un mismo sismo debido a varios factores. Por ejemplo, la lejanía del epicentro influye en gran manera, asimismo, aunque las personas se encuentren en la misma localidad depende del tipo de terreno y del tipo de edificio en el que se encuentre cada una; también influye si el sismo es oscilatorio o trepidatorio.

De igual manera, la forma en la que se afectan las viviendas y edificios depende del tipo de sismo, el  tipo de terreno y las características de las construcciones. 

Apéndice: Tabla de los sismos registrados con referencia de localización del epicentro dentro del Estado de Morelos del 1 de enero de 1990 hasta el 5 de octubre de 2017.


FUENTE:

- Datos diversos adquiridos del Servicio Sismológico Nacional (SSN-UNAM).

viernes, 29 de septiembre de 2017

Historia sísmica del ex convento de Santo Domingo Tlaquiltenango.

Por Azael Abdí Vázquez Román.

El convento de Tlaquiltenango se fundó en el año de 1540 a cargo de frailes franciscanos, aunque el proceso constructivo del edificio duró todavía en buena parte durante el Siglo XVI y posteriores, pues en la construcción es evidente la influencia de franciscanos y dominicos, estos últimos, tomaron de forma definitiva la administración del convento en 1593, después de un largo litigio.
           
A pesar de la larga vida del inmueble, es poco lo que se sabe o tiene registro sobre la historia de éste, sobre todo, en temas como los sismos que ha enfrentado y el daño estructural que le han causado. La fuente principal de Historia regional, las Apuntaciones Históricas de Xoxutla a Tlaquiltenango del célebre Padre Minos, no dan cuenta extensa de sismos que hayan azotado a la región ni de las afectaciones que hubiesen provocado. La única referencia al respecto es sobre la Capilla del barrio de Teocalcingo (Jojutla) y dice:

“… donde hasta 1680 fundaron su Capilla y a este barrio se le ha dado el nombre de Teocalzingo la primera Capilla que construyeron por un gran terremoto fue derribada y muchos años después se levantó la que actualmente existe”.
            
De la época virreinal, se pueden destacar los sismos de 1557, 1567, 1568, 1585, 1588 y 1591, de los que se han registrado daños moderados y severos en templos y conventos. Sin embargo, con mayor relevancia se debe considerar al sismo de Colima en 1585 del que se registran daños severos en la Iglesia de Jiutepec. Aunque en ninguno de los sismos anteriores hay registro de daños para el templo y convento de Tlaquiltenango, es posible asegurar que debió sufrir daños estructurales que fueron reparados reforzando y modificando las construcciones..
            
Para los siglos XVII, XVIII y XIX, la falta de información y registros es la misma, por lo que se desconoce ampliamente el efecto de los sismos sobre las construcciones eclesíasticas de Tlaquiltenango. Lo cierto es que los daños no debieron ser severos pues, según afirman expertos, los daños llegan a ser acumulativos por lo que una serie de daños severos terminan por dejar obsoleto al edificio.
            
Ya dentro del siglo XX y desde que se tiene un registro formal de la actividad sísmica en México, los sismos de 1957, 1973, 1985 y 1999 figuran como los más importantes para efectos de esta investigación.
            
En 1957, se registró un sismo en las costas del Estado de Guerrero, cerca de Acapulco, cuya Magnitud fue de 7.7; los daños que causó fueron bastantes, aunque en lo referente al templo y convento de Tlaquiltenango lo más significativo fue la caída de la esfera que adornaba la cima del cupulín de la torre del campanario.
            
El 28 de agosto de 1973, se suscitó un sismo con Magnitud 7.3 en las cercanías de Orizaba, Veracruz. De este sismo es del que se ha encontrado un mayor registro de los daños causados a las construcciones del templo y ex convento de Tlaquiltenango. De entre estas:
            
           Templo.
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       - Agrietamiento en el extradós e intradós de la bóveda.
-          - Grietas en sentido transversal y longitudinal de la nave.
-          - Agrietamiento vertical en prácticamente toda la altura de los muros.
-          - Grietas horizontales en los muros del presbiterio.
-         -  Desplomo de aproximadamente 90 cm en el muro del costado Sur.
-          - Uno de los muros del presbiterio se encontraba 60 cm fuera de plomo.

Ex convento.
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       - Agrietamiento en los muros y bóvedas, principalmente en las crujías Norte y en la Capilla Abierta.
-         -  Las zonas más afectadas fueron el entrepiso y la bóveda del claustro alto en el costado Norte.

El sismo del 19 de septiembre de 1985, suscitado en las costas de Michoacán y que tuvo una Magnitud de 8.1, afectó en gran medida a buena parte del Centro de México. En lo que refiere al templo y ex convento de Tlaquiltenango son pocos los registros de daños significativos, seguramente porque hacía poco de las reparaciones hechas a la construcción tras el sismo de 1973. Lo más significativo entonces, fue un agrietamiento visible en la fachada del templo, entre éste y la torre del campanario, además de la caída de los arcos que servían de entrada en la barda perimetral del lado Sur.
                  
Ya a finales del siglo XX, en 1999, cerca del municipio de Tehuacán, Puebla, se registró un sismo con Magnitud 7.1. Los daños al conjunto conventual de Tlaquiltenango se consideraron menores gracias a las reparaciones hechas después del sismo de 1973, en especial gracias al gran refuerzo de concreto del que fue objeto la bóveda del templo. Entre las afectaciones registradas se encuentran algunas grietas verticales en los muros de la nave principal cerca de las pilastras, grietas longitudinales y transversales en la bóveda de la nave, grieta horizontal en la parte baja del muro Sur y grietas en el cupulín del campanario que además sufrió rotación en su base.
     
Como se puede observar, han sido los sismos con Magnitud mayor a 7, y los que han tenido un epicentro relativamente cercano, los que han dejado mayor afectación en las construcciones del templo y convento de Tlaquiltenango, por lo que ya en el siglo XXI deben ser este tipo de sismos a los que se les debe prestar mayor atención.
      
En los últimos 16 años y 9 meses, sólo han ocurrido 8 eventos sísmicos con Magnitud igual o mayor a 7. Tres de éstos en Chiapas, dos en Guerrero, uno en Colima, uno en Baja California y uno en Morelos; siendo los dos últimos, registrados el 7 y 19 de septiembre de 2017 en Pijijiapan, Chiapas y en Axochiapan, Morelos, respectivamente, los que mayores estragos han dejado.
      
El sismo del 7 de septiembre tuvo una Magnitud de 8.2, sin embargo, la lejanía del epicentro no provocó daños visibles en el conjunto conventual de Tlaquiltenango, aunque es posible que hubiese provocado algunas fisuras y grietas menores que no fueran significativas pero que de alguna manera debilitaran las construcciones pues se sintió con bastante fuerza en la localidad.
      
El sismo del 19 de septiembre, tuvo una Magnitud de 7.1, y su epicentro se ubicó a 12 kilómetros al Sureste de Axochiapan, Morelos; la Magnitud, aunada a la cercanía del epicentro provocaron graves daños en la Zona Sur de Morelos, siendo lo más significativos aquellos de los edificios históricos.
      
Los daños que este sismo causó en el templo y ex convento de Tlaquiltenango aún no son cuantificados del todo, sin embargo, aquello que es notorio desde la vía pública refleja una grave afectación al inmueble: una enorme grieta se abrió en el muro Norte del templo, la torre del campanario prácticamente se separó del templo y el cupulín de la misma torre se destruyó por completo, parte de la cúpula del ábside se derrumbó, se cayeron gran número de almenas decorativas y se desplomó la bóveda del claustro alto del lado Norte, así como la fachada del representativo reloj que fue colocado para “hermosear” al pueblo en febrero de1898, entre otros daños.

      
Según dictámenes preliminares de expertos del INAH el inmueble presenta daños severos, por lo que entrará en un largo proceso de reconstrucción junto con buena parte de los edificios históricos de la entidad, siendo el peor panorama para el ex convento de Tlaquiltenango aquel en el que ya no podrá ser utilizado como edificio religioso y, en cambio, sólo será patrimonio cultural del Estado de Morelos y del municipio de Tlaquiltenango. 


R E F E R E N C I A S

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Testimonios orales. 

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