El royo (en escritura antigua) es un torreón de forma circular posicionado en el margen del río Yautepec. Está ubicado a una distancia relativamente cercana al centro de la población y hoy en día es parte del atractivo visual que adorna al balneario que tomó su nombre de dicho monumento.
La leyenda dice que fue construido por Hernán Cortés para vigilar a sus caballos y que en algún momento de la historia fue semi destruido por un rayo, y quedó reducido a la mitad de su tamaño. Esta historia es cierta en buena parte, sin embargo, es debido aclarar algunas cuestiones.
El Pbro. Agapito Mateo Minos en su libro “de Xoxutla a Tlaquiltenango”, hace una compilación de documentos que él cree servirán como apuntes para la Historia. En las primeras páginas del libro se relatan los años más antiguos, y ahí también hace mención de que los datos fueron obtenidos en el año de 1890 de un libro de legajos llamado “XV – El Almanaque – XV”; y es ahí donde se habla acerca de El Rollo. Dichos datos se parafrasean a continuación.
La historia comienza en 1541, cuando Hernán Cortés regaló al pueblo de Santo Domingo Tlaquiltenango (No era de Santo Domingo en aquellos años era de San Francisco, pero así dice el texto): once yeguas, dos caballos enteros, siete novillas, y dos novillos; con el fin de criarlos y reproducirlos. Es debido decir que, animales como vacas y caballos no son nativos de América, por lo que fuero seleccionados sólo ciertos lugares para su cría especializada, por lo que Tlaquiltenango fue uno de los primeros lugares en México y América en poseer ganados.
Es en 1542 cuando se menciona al torreón, probablemente fue construido en ese año, o bien, en ese año comenzó a funcionar. Las construcciones que requerían de precisión para que fuesen durables no se construían en poco tiempos, en ocasiones demoraban varios años.
Se da como referencia que medía 34 varas de alto y que se utilizaba para vigilar el ganado y para que los vigías se quedaran allí por las noches a dormir. El 15 de septiembre de 1621 es la fecha en que se menciona la destrucción parcial del monumento; en el documento dice que ese día por la tarde cayó un rayo sobre él, mismo que destruyó más de la mitad de la construcción.
Hasta ahí llega el relato sobre los primeros años de El Rollo, monumento que sin duda es de gran importancia para el pueblo. Ahora bien, cabe aclarar que posiblemente el torreón no haya estado a cargo de Hernán Cortés, sino de algún descendiente suyo que fuera heredero del marquesado. También es debido reiterar que Tlaquiltenango fue el principal productor regional de ganado durante los primeros años de la conquista y el virreinato.
El Rollo se conservó destruido y abandonado hasta mediados del siglo pasado, cuando fue restaurado para protegerlo del paso del tiempo y mejorarlo estéticamente. Hoy día, forma parte del atractivo visual del Parque Acuático que adoptó su nombre de este monumento, aunque por desgracia en muchas ocasiones pasa desapercibido.
Hola, me parece muy interesante la información que compartes. Me queda una duda, por qué si el pueblo cuenta con un balneario de este tamaño y con una historia tan grande, ¿está tan descuidado? Por ejemplo, no hay pasos peatonales ni banquetas. Es porque El Rollo es inversión privada o porque al igual que otro pueblos de México los gobernantes no han sabido cumplir sus compromisos de inversión?
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